En los circuitos internacionales del arte está en auge la llamada pintura hiperdramática, que consiste en la utilización de modelos humanos como lienzos. El asesinato de Annek, una chica de catorce años que trabajaba como cuadro en la obra "Desfloración", en Viena, pone en guardia a la policía y al Ministerio de Interior autriaco, que son presionados por la poderosa Fundación van Tysch para que no hagan público el crimen, ya que la noticia desencadenaría el pánico entre sus modelos y la desconfianza entre los compradores de pintura hiperdramática. Y mientras tanto, Clara Reyes, que trabaja como lienzo en una galería de Madrid, recibe la visita de dos hombres extranjeros que le proponen participar en una obra de carácter "duro y arriesgado"; el reto empieza en el mismo momento de la oferta, ya que la modelo debe ser esculpida también psicológicamente. De esta forma, Clara entra en una espiral de miedo y fascinación, que envuelve también al lector y lo enfrenta a un debate crucial sobre el valor del arte y el de la propia vida humana.
Jose Carlos Somoza es un autor que no conocía hasta hace poco. Corrección. Había visto sus libros, con esas portadas tan elegantes y en ningún momento había relacionado ese nombre y esas ediciones con la novela de misterio, terror o fantasía. Curiosamente no fue hasta hace poco en que vi su última obra,"El cebo", que nada tiene que ver con la película homónima (y muy recomendable) de Ladislao Vadja. Este libro ya luce una portada más acorde con el tipo de género con que trata Somoza. Al poco, descubrí que el cineasta de terror/fantástico Jaume Balagueró tenía preparado un proyecto basado en una novela de Somoza, llamada "La dama número 13". Sin perder el tiempo, me dirigí a mi biblioteca de confianza y agarré un par de libros de este intrigante escritor.
De "La dama número 13", que me entusiasmó menos, no puedo decir gran cosa: parece una mezcla entre King y "El código DaVinci". El estilo de Somoza ya se advierte delicado y descriptivo, con algún pasaje apreciable desde un punto de vista meramente formal, pero muy lejos de lo deslumbrante. "La dama..." tiene alguna escenita de ponértelos de corbata y su premisa resulta curiosa, pero no acaba de cuajar la propuesta y deja un sabor a medias de delicatessen mal degustada.
Un poco mejor, sin embargo, resulta "Clara y la penumbra". Aquí, el autor está absolutamente comprometido con el mundo que crea y narra: un año 2005 alternativo donde los seres humanos han desarrollado la profesión de obras de arte vivientes. Lo convincente y llamativo de "Clara y la penumbra" es el detallismo con que se establece la coartada de toda esa corriente artística. Somoza crea tendencias y corrientes, idiosincrasias y psicologías de los lienzos humanos y los artistas que los recrean y escribe sobre el tema con la seguridad de ser el experto en una materia inventada. Y el lenguaje utilizado, mucho más rico que el de "La dama número 13" está trabajado desde la misma temática pictórica: Somoza hace que sus palabras se sumerjan literalmente en óleos.
Aunque el meollo de la historia vaya acompañado de una coartada policíaca de lo más convencional (en general, toda la parte de "misterio" no va mucho más allá de la clásica "persecución del psicópata"), "Clara y la penumbra" es un thriller artístico-existencial que reflexiona sobre temas extrapolables a otros campos y presenta un sorprendente fresco narrativo donde los personajes y el fondo sobre el que se mueven, no siempre son indistinguibles.
Una obra que cumple su doble cometido: entretener y satisfacer. Después de "Clara y la penumbra" no te extrañe si te encuentras buscando más libros de Somoza. Yo ya estoy con "El cebo".